Me costó mucho levantarme de la cama y la pereza casi puede conmigo pero al final llegué a Bembrive sobre las 9.40. Tras recoger el dorsal y tomarme un café en la cafetería de la asociación (que por cierto regenta una amiga mia) me encontré con Jesús Bernal con el que estuve charlando un ratito, y agradeciéndole la foto que puse en la crónica de la carrera de A Coruña. Luego un paseo, y un trote de calentamiento. A eso de las 11 estabamos todos los "adultos" preparados para la salida. Soy muy malo para los recuentos, pero creo que seríamos como unos 200 (a meta llegamos 181) los que salimos por la carretera de Bembrive a Beade. El primer kilómetro era relativamente llano, pero yo tenía claro que no quería sufrir lo más mínimo en esta dura carrera y me quedé en los últimos puestos. Pronto me quedé en un grupito de 8-10 corredores en los que iba Jesús Bernal jugueteando con su cámara para sacar fotos desde dentro de la carrera.
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| En el grupeto de cola, antes de empezar a subir (Foto cortesía de Jesús Bernal) |
Poco después dejamos la carretera de Beade y torcemos a la izquierda hacia la capilla de San Cibrao, y al hacer ese giro empezó lo bueno, 2-3 km de subida casi continua y con una pendiente considerable (una media del 8-9%). Ahí el grupo se disgregó. Yo aflojé mucho el ritmo, sin llegar a andar, convencido de que no quería sufrir. Al llegar al "alto", en la capilla, se encontraba el avituallamiento, que consistía en un vaso de agua recién cogida en la fuente de San Cibrao. En ese punto me alcanzó de nuevo Jesús Bernal (que se había retrasado para sacar fotos) y a partir de ese momento compartimos el resto de la carrera, procurando marcar un ritmo más vivo que no le dejase atrás. Fueron tres kilómetros de terreno rompepiernas con continuas subidas y bajadas, en las que apenas nos encontramos con nadie, salvo dos corredores que formaron parte del grupito que se rompió en la primera subida. Yo iba muy cómodo, estaba cumpliendo eso de no sufrir, al menos no por el ritmo, que el calor reinante lago de mella sí que hacía.
Antes de llegar al km. 8 nos sobrevino la última subida, una rampa corta (60-80 metros) pero descumunal que casi me obliga a subir andando. Una señora del público nos decía: "No miréis para ella, insensatos", y que razón tenía, asustaba sólo con verla (la cuesta, no la señora). A partir de ahí, a la altura del tanatorio, casi dos kilómetros de descenso vertiginoso. Durante el descenso, Jesús Bernal me agradecía el haberle "llevado" a un buen ritmo y me dice que me dejará entrar en la meta primero. Al final entramos juntos en 51 minutos y estrechándonos la mano. El puesto, lo de menos, aunque muy a la cola, por supuesto. Había sido una carrera muy cómoda a pesar del perfil tan brutal. Avituallamiento con agua y refrescos y luego de intercambiar impresiones con algunos conocidos, de vuelta a casa a descansar.
En resumen, una carrera muy bonita y sencilla (sin chips ni camisetas) excelentemente organizada, aunque con un perfil que invita más al paseo que a correr. Yo cumplí con mi propósito de acabar sin sufrir, que no era fácil.
Mi valoración (subjetiva) de esta carrera: 7.4
- Recorrido: 7
- Organización: 8
- Ambiente: 7
- Meteo: 8
- Sensaciones: 8
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